Dos años atrás, el trabajo remoto se posicionó como la única alternativa para sostener la continuidad de las empresas. ¿Qué sucederá en el futuro? ¿Qué prefieren los colaboradores?
¿El trabajo remoto llegó para quedarse?
La pandemia generada por el coronavirus ha marcado un cambio sustancial y veloz en la sociedad y en todos los ámbitos de negocio. Las compras y las ventas se modificaron, el trabajo remoto se impuso y los hábitos de consumo cambiaron.
Las compañías debieron adaptar o reconvertir sus metodologías de trabajo, sus procesos y sus servicios para seguir siendo rentables y competitivas en un contexto nunca antes vivido. Sin dudas, ha sido todo un aprendizaje.
Aún los resabios de la pandemia se mantienen y están presentes en gran parte de nuestra vida cotidiana. En este sentido, el teletrabajo se ha expandido y posicionado como la norma a nivel mundial.
Sin embargo, poco a poco las oficinas han comenzado a llenarse nuevamente de colaboradores, clientes y proveedores para verse cara a cara, en la presencialidad, y evitar tanta pantalla de por medio.
Esta nueva normalidad que acontece ha generado un debate acerca de los beneficios y desafíos que tanto el trabajo remoto como la presencialidad implican para colaboradores y empresas.
Aunque una parte importante de las empresas aún mantienen el modelo remoto, cada vez más eligen una modalidad híbrida que contemple días laborales en la oficina y otros en casa.
Quienes priorizan esta alternativa consideran que ha llegado el momento de adaptar las organizaciones a una nueva realidad que incluye home office, equipos rotativos, flexibilidad en los horarios de trabajo y uso de tecnología que potencie la colaboración a distancia.
Es que, si bien la pandemia ha demostrado que el trabajo remoto es altamente efectivo en cuanto a la productividad laboral y al cumplimiento de objetivos empresariales, es real que se vuelve imposible comparar la interacción presencial con la interacción virtual.
Qué dicen las encuestas sobre el trabajo remoto
Muchos son los estudios que han indagado sobre los desafíos del trabajo remoto, las ventajas o complicaciones que podría traer a las empresas y la elección o rechazo por parte de los colaboradores.
Un reciente informe desarrollado por Microsoft Argentina y la Universidad de San Andrés concluyó que más del 80% de los encuestados valoró el aumento del bienestar obtenido gracias al trabajo remoto y al menos el 60% habló de una mejora sustancial en la productividad laboral.
En el mismo informe, el 77% de los argentinos manifestó preferencias por la modalidad de trabajo híbrida, dado que perciben en esta nueva forma la mejor alternativa para sentirse bien y ser productivos al mismo tiempo.
Además, el 91% manifestó que asiste entre 1 y 3 veces semanales a la oficina, siendo la gran mayoría (el 45%) quien elige cuándo acudir presencialmente y cuándo trabajar desde el hogar.
En qué consiste el trabajo híbrido
Muchas empresas consideran que es en vano debatir si el trabajo actual debe ser presencial o remoto, dado que plantear esta antinomia significa un gran desconocimiento acerca de las nuevas modalidades de trabajo que se han forjado en la normalidad actual.
La alternativa ideal es el trabajo híbrido, un sistema mixto que equilibra en toda la empresa la combinación de modos laborales remotos y presenciales, donde la asistencia física se pauta de acuerdo a las necesidades de la organización, a su estructura y funcionamiento.
El trabajo híbrido garantiza beneficios para los colaboradores, para el empleador y para la sociedad. Desde la reducción de costos importantes vinculados a los alquileres de oficinas, servicio de internet y desplazamientos de los colaboradores, pasando por una menor rotación de personal, hasta el cuidado medioambiental, la disminución de la contaminación y la reducción de accidentes de tránsito.
Sin embargo, este modelo cuenta con desafíos importantes por sortear, ya que implica nuevas y mejores habilidades en los líderes, relacionadas con un modelo productivo pero flexible a la vez.
Los nuevos liderazgos deben atender a la coexistencia de dos formas de trabajo, evitando que se pierdan la productividad y la rentabilidad de la empresa. Para esto, se deben gestionar correctamente la cohesión de los equipos y los niveles de pertinencia.