El funcionamiento social depende en gran medida de las tareas reproductivas o domésticas. Por ello, estas no quedan solo ceñidas al ámbito familiar. Las tareas del hogar contribuyen a la economía, es decir, tienen valor económico. Sin embargo, en la cultura laboral, lejos están de considerarse una actividad económica y no se toman dentro de las tasas de actividad o producción. El impacto en los roles de género es directo y llano. Para las mujeres, las posibilidades de desarrollo personal y profesional disminuyen al ritmo de la desigualdad de género y se revelan las disparidades en materia laboral con respecto a los varones.
A lo largo de la historia, las mujeres han llevado a cabo las tareas de cuidado y las tareas domésticas en el ámbito privado. El acceso a la educación formal permitió que ellas comenzaran a salir al ámbito público, pero no siempre ha significado un reparto de las tareas domésticas entre el varón y la mujer para llevar adelante el hogar. De ahí que muchas de las mujeres que salen a trabajar sumen más horas de trabajo y ganen en algunos casos hasta doble jornada laboral.
Se promueve una circunstancia asimétrica que obliga a las mujeres a insertarse en trabajos más precarios, con desigualdad salarial, o enfrentar mayores niveles de informalidad que los varones. El trabajo doméstico y de cuidado no remunerado es una clave en la desigualdad de género, que visibiliza el rol de la mujer en el mundo laboral y la problemática de género que preocupa en todos los espacios de trabajo, vadea zanjas profundas en la sociedad y es cuestionada en muchos lugares del mundo.
¿Cuál es la situación de la mujer en el mundo laboral?
Cuando las decisiones políticas no existen con respecto a la desigualdad de género, las brechas de oportunidades laborales, desarrollo personal o calidad de tiempo encuentran un terreno fértil para seguir reproduciéndose. En ese sentido, Argentina dio un paso adelante con la creación del Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad, por medio del Decreto 7/2019 del Poder Ejecutivo Nacional, cuyo objetivo se encamina dentro de una política transversal que lleve a un nuevo pacto social y «responde al compromiso asumido con los derechos de las mujeres y diversidades, frente a toda forma de discriminación y violencia y en pos de la construcción de una sociedad más igualitaria que promueva la autonomía integral de todas las personas».
El comportamiento de las empresas y los privados también va ligado al funcionamiento social. Pese al mayor acceso a la educación, el sector informal crece favoreciendo la desigualdad de género. Además de la desigualdad salarial entre varones y mujeres, cobran relieve las barreras que se interponen para la participación laboral femenina. Aparecen los denominados techos y paredes de cristal que dificultan a las mujeres el acceso a los puestos jerárquicos o el desarrollo en igualdad de condiciones.
En cuanto a las barreras horizontales, las tareas domésticas remuneradas ocupan un gran porcentaje de los empleos de mujeres, con tendencia a ser mayormente trabajos femeninos. Allí también surge la brecha salarial con respecto a sus congéneres asalariadas que trabajan para empresas privadas.
En el ámbito laboral, la cantidad de mujeres empleadas es menor que la de varones y la desigualdad salarial se extiende a todo tipo de empresa pero se amplía en los sectores informales. En la desigualdad de género, las mujeres se enfrentan a mayores niveles de desocupación y tasas de subocupación o trabajo informal.
El rol de las empresas y el Estado
La fuerza de trabajo femenino demanda que se construyan políticas con enfoque de género que propicien la participación de la mujer en el mundo laboral, marcando una diferencia que genere un impacto positivo en las empresas y organizaciones con una mirada puesta en el futuro del trabajo y una cultura igualitaria que respete a las mujeres, y así eliminar la desigualdad de género.
Las organizaciones y empresas privadas deben mostrarse receptivas de esta demanda de la sociedad en cuanto a desigualdad de género y darle lugar en la mesa de decisiones. La igualdad de género dentro de las empresas hace hincapié en la equidad de sueldos y beneficios, la flexibilidad de horarios, las mismas posibilidades de contratación para varones y mujeres, entre otros. Se trata de asumir un compromiso e implementar acciones para impulsar la igualdad de género:
- Evitar la segregación horizontal o vertical. En la contratación de mujeres, no solo cuenta cerrar la brecha salarial sino también no fomentar estas barreras invisibles y fértiles para la desigualdad de género. El rol de las empresas es vital para reconocer los logros de las mujeres en el ámbito laboral y suprimir los estereotipos sobre los roles masculino y femenino.
- Promover el liderazgo femenino. Dentro de la gestión de recursos humanos, el liderazgo situacional permite conocer las condiciones de las mujeres y trabajar en pos de conseguir la igualdad de género. Los factores que articulan las anclas de carrera no suelen ser estáticos, pero impactan de igual manera en varones y mujeres para crecer dentro de la organización y ser cada día más eficientes. Es importante dar lugar a los líderes de las mujeres para que todos tengan las mismas oportunidades de desarrollar sus habilidades.
- Construir equipos colaborativos. Un buen líder debe garantizar la no discriminación de ningún tipo en la gestión de los equipos y mejorar los estándares de comunicación. La igualdad de género es un beneficio para los entornos colaborativos en donde cada persona puede hacer su aporte de valor y creatividad que luego se transforma en eficacia para la empresa.
La agenda y las políticas públicas indican el camino para impulsar la igualdad de género. Del Estado tienen que partir las decisiones económicas y públicas que reviertan la desigualdad de género y cierren las alarmantes brechas salariales y de calidad de tiempo que acarrean las mujeres.
Dentro de estas decisiones políticas, el Estado debe poner en marcha los engranajes que quiebren esa asimetría en el reparto de las tareas de cuidado y labores domésticas que fomenta la desigualdad en el trabajo y una precarización del rol de la mujer que, pese a su inserción en el mercado laboral, continúa transitando una condición vulnerable y de desigualdad laboral.
B Professional de Bayton acompaña a las empresas en esta transición obligada si queremos disolver la desigualdad de género estructural en el trabajo y la sociedad, abordar la problemática con acciones concretas dentro de la organización y mejorar las condiciones laborales de las mujeres.